Cómo lidiar con el caos cotidiano

Ya lo decía el libro que lleva más de 3 meses en mi mesilla de noche (esperando, claro): Menos es más. Pero qué difícil es llevarlo a cabo, sobre todo con una bebé todoterreno de 18 meses.

Cuando Leire me escribió para decirme que quería hablar de este tema en mi blog, le abrí la puerta encantada. Me parece interesante conocer los truquillos de otras mamis, así que ella es quien nos da hoy las claves para conseguir el orden en su casa.

Yo sigo con mis proyectos (personales, decorativos, etc) que os contaré en cuanto pueda y que os van a sorprender. Ah, y haciendo limpieza, porque después de leerla me he puesto las pilas y no sabéis la de cosas que hemos tirado-regalado esta semana ¡Menudo alivio!

Sin más os dejo con Leire… ¡Que disfrutéis de las vacaciones!

Siempre he tenido en mente escribir un post dedicado al desorden que se genera en casa cuando somos madres, de ver las cosas donde no deberían estar. Intentar solucionar el problema para de una u otra manera no sentirme tan presionada y con sentimiento de culpa.

Diariamente intento tener el hogar bien limpio y ordenado e intentar inculcar a mi hija el orden por dejar las cosas donde estaban una vez terminados todos los juegos, pero la respuesta a todo es bien distinta y en momentos concretos el desorden vuelve de manera reiterada. Si añadimos que el día exige otra infinidad de tareas, al final de la jornada, acabo pensando que continuamente ando limpiando y ordenando por cada uno de los rincones de la casa sin fin alguno. A todo esto, hay que añadir que soy una persona a la que el caos puede enfurecerla, por lo que empecé a priorizar y dar su debida importancia a este asunto.

Cuando empecé en el camino de la maternidad al lado de mi pequeña gurú (algún día explicaré el motivo de esta dedicación a mi hija) y mi pareja, enseguida me percaté de que el desorden amenazaba a convivir conmigo. Mi vida cambiaba de tal manera que no era la vida ordenada que siempre había tenido y empezaba mi nueva andadura sin conocer hasta dónde me llevarían mis pasos. La madre que soy empezaba a convertirse en un apaga fuegos diario, llegando como podía a resolver cada uno de los acontecimientos no previstos, idas y venidas urgentes con los segundos más que contados. El día no daba para mucho más, no sabía de dónde sacar más tiempo para llegar a todo y el desorden cada vez más palpable.

Hasta el día en que reflexioné sobre una frase de Paul Louis Charles Claudel:

“El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación”

Ahora vuelvo a esa cita y reflexiono sobre mi caos diario y mi manera de vivir la maternidad. Asumo que el día tiene las horas bien contadas y mis esfuerzos a querer llegar a todo llegan hasta donde me permiten, no puedo exigirme más, ni necesito más presión. El desorden no tiene límites pero mi cansancio tiene un tope.

¿Cómo solucionarlo? ¿Cómo organizarme y dar luz a todo el caos diario que existe? ¿Es tan malo el desorden hasta un límite? ¿Hasta dónde llega el término del desorden y con ella la presión que nos generamos? ¿Cuánto y de qué manera nos afecta?…

Y descanso sobre las preguntas, muchas de ellas abarcan infinitas respuestas, para llegar a una sabia conclusión: En mi vida como madre de una niña de 2 años y medio, el desorden existe. En mi caso particular, el desorden llega por dos vías; la primera, en no llegar a todo con la responsabilidad que me exijo yo misma y la segunda, al tener siempre a mi lado a mi pequeña gurú de tan corta edad con su carácter tan definido, donde lo que para mí es orden para ella es un despropósito. Atendiendo e intentando comprender los motivos de estas últimas dos opiniones tan dispares, he llegado a tomar en consideración que el desorden de sus juguetes y de todas sus pertenencias realmente tienen un orden para ella, se trata de una manera de comunicar su juego. Sus juguetes llegan hasta lugares insólitos; ducha, armarios, regadera, zapatos, neceser de viaje, maletas….

Para mi pequeña gurú, el DESORDEN TIENE VIDA, una historia creada por ella, donde las piezas de construcción, los peluches… deben estar en los lugares donde ella los coloca por algún motivo en concreto y de una determinada manera. Siendo todo ello, un orden para ella.

La siguiente imagen muestra uno de los rincones preferidos de mi hija. Para ser exactos, el momento de captura de la imagen trata del momento clave antes de empezar su juego.

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Momento en el cual los juguetes empiezan a tomar vida:

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A continuación siguiente fase del juego:

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¿Y qué hacer con todo ello? ¿Ir detrás de sus pasos a la siguiente fase, a su siguiente estación de juego? Ni se me ocurre, sus berrinches y sus explicaciones de “NO TOCAR” lo marcan claro. Entonces llegar a un EQUILIBRIO. En mi caso y para la zona preferida de juego de mi hija, solucionado con dos milagros, el gran tipy y el grandioso baúl (los objetos más visibles del preferido rincón de juegos) Dos lugares concretos que ayudan a definir el espacio límite y me enseñan que los justos y contados juguetes son la mejor solución. Cuando un nuevo juguete entra, otro deberá salir. Una bonita manera de enseñar a mi pequeña gurú que existen dos lugares concretos para todos sus acompañantes diarios.

Gracias a este enfoque, llego a vivir el día a día de una manera más tranquila, con una sonrisa ante el desmadre de juguetes que salen de sus escondites en momentos inoportunos; a escasos minutos de una visita, minutos antes de querer salir de casa… Este desorden ha dejado de perseguirme y ahora llego a introducirme hasta en el juego de mi pequeña gurú ya que ahora podemos mirar el desorden con las mismas lentes de contacto. Donde antes existía una opinión dispar, ahora nos unimos y como siempre mi pequeña gurú me ofrece una manera diferente de entender la vida.

Y ahora la gran pregunta… ¿Cómo conseguís vosotras el orden dentro del desorden que nos invade?

One Comment

  • El bolsillo de Mamá Comentado en 10 agosto, 2017 Responder

    Cómo me ha gustado tu blog. Con tu permiso, te sigo. El orden dentro del desorden, me suena la historia jeje

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